(21 de abril de 2016) El 11 de febrero de 2013 Benedicto XVI anunció su voluntad de renunciar al ministerio petrino. Después de casi ocho años de pontificado, hizo pública su decisión con un tono sereno y palabras que nacían de unos pensamientos y de una profunda turbación. Y unos días después, cuando encontró a los párrocos de Roma para el tradicional evento del inicio de la cuaresma, Joseph Ratzinger habló oficialmente de su voluntad de desaparecer de la escena pública y dejar el solio de Pedro en poco tiempo, el 28 de febrero.

Él dijo estas palabras: “Aunque ahora me retiro, estoy siempre cerca de todos vosotros en la oración, y estoy seguro de que también vosotros estaréis cercanos a mí, aunque para el mundo estaré oculto.”

Y es así desde aquel momento.

Fenomenología de la ausencia

El Papa emérito Joseph Ratzinger, nacido el 16 de Abril de 1927, vive en el Monasterio Mater Ecclesiae, en el Vaticano, y apareció en público sólo en pocas ocasiones, invitado por el Papa Francisco (la última vez fue en ocasión de la apertura de la Puerta de San Pedro para el Jubileo de la Misericordia).

Sin embargo, hoy la fuerza de sus palabras es muy grande. Su retiro monástico y su presencia en la ausencia de la escena pública, una “presencia-ausencia”, se convierten en algo que hace crecer el interés por el análisis de su obra, de su producción teológica y de sus enseñanzas. Su ausencia provoca una voluntad de entender y analizar su pensamiento y su misma persona. Y eso es evidente a través de las muchas iniciativas dedicadas. Entre las más recientes encontramos el nacimiento de la Biblioteca Ratzinger en el Colegio Teutónico, en el centro del Vaticano, las muchas publicaciones que tratan de sus obras y de su pontificado, un master que analiza su doctrina, los muchos encuentros de estudio nacionales e internacionales.

Para explicar la fenomenología de la “presencia-ausencia” del Papa emérito tenemos que empezar por la Biblioteca Romana Joseph Ratzinger - Benedicto XVI, que fue inaugurada en noviembre de 2015 y tiene más de mil libros, traducidos en 37 lenguas extranjeras.

La inmensidad de la obra teológica de Ratzinger, que escribió 102 libros, de los que 98 antes que fuera elegido Papa, y más de 600 artículos puede encontrar, a través de la Biblioteca Romana que lleva su nombre, nuevos caminos de conocimiento y de comprensión. Nuevas rutas no sólo para los estudiosos y los teólogos, que dan a conocer su pensamiento a los que observan desde lejos.

El lugar que cura el alma

Sin embargo en sus obras Ratzinger habló al alma del lector. “Ha enfrentado con sapiencia y sencillez temas como la felicidad y el amor humano”, subraya Pietro Luca Azzaro, responsable de la Biblioteca dedicada a Ratzinger, traductor del alemán de la Opera omnia del Papa emérito y profesor de Historia de Europa en la Universidad Católica de Milán.

La Biblioteca nació para convertirse en un lugar vivo, un centro generativo, no es un museo o un almacén de libros. Este pensamiento fue expresado por el cardenal Gianfranco Ravasi en la Lección magistral que tuvo lugar en ocasión de la inauguración de la Biblioteca dedicada a Ratzinger (intervención que fue publicada en un pequeño libro por la Libreria Editora Vaticana con el título De la Biblia a la Biblioteca – Benedicto XVI y la cultura de la Palabra). Ravasi habló del historiador Hecateo, que desde Grecia se fue a Egipto para visitar el Ramesseum, el mausoleo de Ramesse II, el faraón que había “ocupado con su historia casi todo el siglo XIII a.C.” Aquí, en un portal, Hecateo descubre una inscripción y la traduce así: “lugar que cura el alma”. “Qué es esta ‘clínica del espíritu’”? Hecateo dió su respuesta una vez entrado: era la Biblioteca sacra de Ramesse” explicó Ravasi.

En este sentido la Biblioteca Romana recoge el pensamiento teológico de Ratzinger, que no nace de una especulación intelectual, sino pone en relación el hombre con Dios, es un lugar de conocimiento, de cercanía y cura del alma del hombre. Un lugar donde nacen preguntas y donde se encuentran respuestas, pasando su umbral.

Cuando el Papa hablaba de amor

La dimensión humana es también en la primera encíclica de Benedicto XVI, cuyo título es Deus caritas est. Fue publicada en enero de 2006.

Hoy esta encíclica es el tema del libro Deus caritas est - Porta di misericordia, que será presentado el 26 de Abril en el Aula Benedicto XVI del Campo Santo Teutónico en el Vaticano (el libro es un resumen del Simposio internacional organizado en el décimo aniversario de la carta apostólica).

El congreso y el libro no representan una conmemoración, la celebración de un aniversario, sino una meditación que adopta perspectivas teológicas y pastorales en el mundo contemporáneo.

La encíclica, reflexionando sobre el sentido cristiano del amor, ofrece una luz nueva sobre un tema que siempre está presente en análisis teológicos y filosóficos de Joseph Ratzinger: el sentido del hombre. Los sentimientos se describen en la dimensión humana, a la luz de la dimensión divina.

“En mi primera Encíclica deseo hablar del amor, del cual Dios nos colma, y que nosotros debemos comunicar a los demás” Ratzinger escribió en la introducción de la carta apostólica, donde ha considerado el amor que Dios “ de manera misteriosa y gratuita, ofrece al hombre” y “el ejercicio eclesial del mandamiento del amor al prójimo”.

Donde ha analizado eros y agapé, buscando diferencia y unidad.

Y así escribió: “Si bien el eros inicialmente es sobre todo vehemente, ascendente – fascinación por la gran promesa de felicidad –, al aproximarse la persona al otro se planteará cada vez menos cuestiones sobre sí misma, para buscar cada vez más la felicidad del otro, se preocupará de él, se entregará y deseará « ser para » el otro. Así, el momento del agapé se inserta en el eros inicial; de otro modo, se desvirtúa y pierde también su propia naturaleza. Por otro lado, el hombre tampoco puede vivir exclusivamente del amor oblativo, descendente. No puede dar únicamente y siempre, también debe recibir”.

La pastoral de Ratzinger

Conocer la personalidad y la doctrina del teólogo Joseph Ratzinger – a través de sus enseñanzas y de sus obras – es el tema principal del Master “Joseph Ratzinger: estudios y espiritualidad”, que tiene en Roma 100 estudiantes. Empezó en febrero y se acabará en el 2017. También en este caso los estudios no son sólo académicos: el Master supone una comprensión, una hermenéutica llamada a dar frutos y apoyar la dimensión intelectual y espiritual. En esta perspectiva se encuentran también alrededor de cuarenta centros de investigación, las instituciones culturales y las universidades italianas y extranjeras, pontificias y estatales, con las que la Fundación Ratzinger, nacida en el 2010, ha entretenido relaciones de colaboración.

La experiencia de profesor universitario, la capacidad analítica, la confianza en la razón, en el pensamiento y en las acciones del hombre, hacen de la obra teológica de Joseph Ratzinger, una “pastoral de la inteligencia”. En esta dimensión intelectual, están también los aspectos más personales.

“Sin dudas, Ratzinger tiene la fuerza de los que aman más sorprenderse que sorprender: también por este motivo su actitud no muestra ternura sino felicidad serena y melancolía, casi fragilidad. Como si a través de su cara fuera capaz de llegar al hondo del corazón de los hombres” dijo Joaquin Navarro Valls, que fue director de la Sala de Prensa de la Santa Sede durante 22 años, en el libro “A passo d’uomo” (publicado por Mondadori en el 2009). Y en pocas palabras describe una pastoral humana e intelectual de Benedicto XVI.

La llama entre Francisco y Benedicto

La riqueza del patrimonio espiritual de Ratzinger fue subrayada por el Papa Francisco el 15 de marzo de 2013, en el primer discurso al Colegio de los Cardenales, depués de su elección. “Durante estos años de pontificado ha enriquecido y fortalecido a la Iglesia con su magisterio, su bondad, su dirección, su fe, su humildad y su mansedumbre. Seguirán siendo un patrimonio espiritual para todos. El ministerio petrino, vivido con total dedicación, ha tenido en él un intérprete sabio y humilde, con los ojos siempre fijos en Cristo, Cristo resucitado, presente y vivo en la Eucaristía” dijo el Papa Bergoglio. “Sentimos que Benedicto XVI ha encendido una llama en el fondo de nuestros corazones: ella continuará ardiendo, porque estará alimentada por su oración, que sustentará todavía a la Iglesia en su camino espiritual y misionero”.

A estas palabras del Papa Francisco se refiere el título del libro Benedetto XVI - Un Papa totale, escrito por Marco Mancini, publicado por la editora Tau el pasado febrero y dedicado al pontificado de Ratzinger, empezado el 19 de abril de 2005.

Y el Papa emérito, en el libro Per mezzo della fede, coordinado por el jesuita Daniele Libanori y publicado por la editora San Paolo, trata de la centralidad de la misericordia en el mensaje cristiano. La misericordia que interesa mucho al Papa Francisco y es el tema central de este año del Jubileo.

“Su práctica pastoral se expresa en el hecho de que él nos habla siempre de la misericordia de Dios”, ha subrayado el Papa emérito hablando del Papa Bergoglio.

La misericordia es también una señal nueva que une Ratzinger y Bergoglio. El Papa Francisco y Andrea Tornielli, en ocasión del Jubilieo, escribieron un libro entrevista cuyo título fue Il nome di Dio è misericordia. El Papa Benedicto dijo las mismas palabras en un discurso que tuvo lugar el 30 de marzo de 2008, en el día dedicado a la Divina Misericordia.

El 15 de abril de 2006, la noche del sábado santo, las palabras de Benedicto XVI resonaron con fuerza en la Basílica Vaticana. “Yo, pero no más yo” dijo Ratzinger durante la homilía de la Velación. Y explicó: “Es el camino de la Cruz, el camino que «cruza» una existencia encerrada solamente en el yo, abriendo precisamente así el camino a la alegría verdadera y duradera.”

Ya en estas palabras revelaba el concepto de “presencia-ausencia”.

Hoy, el pensamiento y las palabras de Ratzinger tienen una fuerza nueva, porque podemos escucharlas en su mensaje.

Hoy su presencia en la ausencia escénica se pone otra vez como reveladora.