Hemos pedido a Gianni Cardinale, vaticanista del diario Avvenire, un artículo para el sitio web de la Fundación sobre la visita del Papa Francisco a la Sinagoga de Roma, que occurrió el domingo 17 de enero de 2016, con el objeto de entender las relaciones con Benedicto XVI y Juan Pablo II.
de Gianni Cardinale
19 de enero de 2016 – “Hoy el Templo acoge con gratitud la tercera visita de un Papa y obispo de Roma. Según la tradición rabínica un acto repetido tres veces se convierte en chazaqà, en costumbre fija”. Esta simpática consideración del Rabino Capo de Roma Riccardo Di Segni durante su saludo al Papa Francisco, el domingo pasado por la tarde, resume muy bien el sentido de la visita del pontífice argentino a la Sinagoga de Roma. Una visita que sigue una tradición ya consolidada. Una “costumbre fija” que empezó con la histórica visita del 13 de abril de 1986 propiciada por san Juan Pablo II y Elio Toaff, que fueron definidos “grandes personajes de nuestro tiempo” por Ruth Dureghello, presidente de la Comunidad Judía en Roma. Fue renovada el 17 de enero de 2010 por Benedicto XVI, que ha sido saludado de manera muy cordial por la misma Dureghello. Es una tradición que tiene su origen en la declaración conciliar Nostra Aetate, que ha significado un viraje positivo en el diálogo judío-católico. Fue el mismo Papa Francisco en su discurso a decir que quiere “seguir las huellas de mis predecesores”. Y por eso los contenidos de fondo del Papa Bergoglio fueron los mismos de los discursos del 1986 y del 2010: el “sí definitivo a las raíces judías del cristianismo, el ‘no’ irrevocable al antisemitismo”, y la “condena de las injurias, de las discriminaciones y de las persecuciones que surgen de estas”. A través de la memoria de la Shoah, que nos muestra que se necesita “siempre un control para intervenir con tempestividad y defender la dignidad humana y la paz.” Es claro que cada Papa tiene sus características y su personal relación con el hebraísmo. “Cada Papa – ha explicado bien Di Segni en una entrevista a la agencia ANSA – es diferente, tiene su historia y su estilo. En las relaciones con el hebraísmo cada uno tiene sus sensibilidades y su prioridades. Benedicto es sobretodo un hombre de estudio que ha analizado los aspectos doctrinales en la relación con el hebraísmo. Francisco es un papa pastoral, que tiene otros aspectos de sensibilidad y ha dado – primero como arzobispo de Buenos Aires y segundo como papa – pruebas de amistad con el pueblo judío y su tradición religiosa”.
En la misma entrevista Di Segni afirmó, a través de su franqueza, que consideraba ambigua la expresión “hermanos mayores”, usada por Juan Pablo II en su visita. “Desde el punto de vista de los media – ha explicado – tiene un gran influjo. Desde el punto de vista teológico-bíblico es, por el contrario, problemática porque el hermano mayor en la Biblia y en el Nuevo Testamento, por ejemplo en la Carta a los Romanos de Pablo, es el malo y el derrotado. Por eso con esta expresión se puede aludir también a la sustitución”. Es una consideración que Benedicto XVI recordaba muy bien y él hablaba de los judíos como “padres de la fe”. Y Papa Ratzinger en el libro entrevista Luz del mundo había explicado la razón de su predilección. “La expresión hermano mayor – dijo – no es muy bien acogida por los judíos, porque en la tradición el hermano mayor, o sea Esaú, es el hermano abyecto. Se puede utilizar porque expresa algo importante, pero es mejor que ellos sean nuestros “padres en la fe”. Y esta última expresión describe con mayor claridad nuestra relación”.
El Papa Francisco en su discurso ha citado e interiorizado la expresión “hermanos mayores” acuñada por san Juan Pablo II. De hecho, ha añadido que “vosotros sois nuestros hermanos y hermanas mayores en la fe”.
Pero repetir estas palabras no ha provocado reacciones del auditorio que estaba en la Sinagoga de Roma. El discurso del Papa Francisco fue acogido con alrededor de veinte aplausos. Es una pequeña pero significativa prueba que la relación entre mundo judío e Iglesia católica se ha consolidado tanto que puede sobrepasar dificultades terminológicas que tienen una clara importancia.